8 mujeres cineastas esenciales en la historia del cine

8 mujeres cineastas esenciales en la historia del cine

Diversas artes y facetas de la cultura global han sido, históricamente, territorio casi exclusivo del género masculino. Incluso con su relativamente corta edad, el arte cinematográfico no ha sido la excepción. Sin embargo, a pesar de las dificultades (y en algunos casos, de su borrado sistemático), hay muchas mujeres cineastas cuyos trabajos podemos citar como fundamentales en la historia del cine.

Los avances han sido lentos, pero seguros. A lo largo de la historia del cine –incluso desde sus mismos comienzos– ha habido directoras que han contribuido diversas innovaciones al arte que nos concierne, desde su lenguaje y temáticas hasta su tecnología.

Por ello, aquí te presentamos a tan solo unas cuantas de ellas, cuyas obras son esenciales para todo cinéfilo. Recuerda que, si tienes membresía, puedes conocer el trabajo de muchas de ellas en la Videoteca de Film Club Café.

Conoce el catálogo completo de la Videoteca en este enlace.

8 mujeres cineastas que debes conocer

Alice Guy-Blaché

Hay que comenzar por el principio, y ahí nos encontramos con una directora hoy conocida como la “madre del cine”: Alice Guy-Blaché. Si el cinematógrafo de los Lumière hizo nacer al cine en su forma documental, ella fue una de las pioneras de las películas de ficción.

Alice fue, hasta donde se sabe, la primera mujer en dirigir una película. Al trabajar como secretaria de León Gaumont (sí, de esa Gaumont), pudo experimentar con el cinematógrafo. Su primera película, El hada de las coles, era un corto de fantasía estrenado en 1896, más o menos en la misma época en que Georges Méliès comenzó a crear sus cortometrajes. Hoy, sin embargo, la versión original de la película se considera perdida (aunque subsiste otra de 1900).

Alice Guy-Blaché dirigió un millar de cortos, la mayoría de los que hoy se consideran perdidos. A pesar de ser una pionera, su reputación y trabajo se perdieron en el tiempo. Cuando el cine se convirtió en industria –en su mayoría dominada por hombres– y comenzó a documentarse en los libros, su historia no figuró por mucho tiempo. La mayoría de los historiadores eran hombres. Su trabajo fue redescubierto en festivales de cine de los años 70, década en que se publicaron sus memorias póstumas (murió en 1968, a la edad de 95 años).

¿Por dónde empezar?

Algunos de sus cortos, como El hada de las coles de 1900, pueden encontrarse fácilmente en internet. Una de sus producciones más ambiciosas fue La vida de Cristo, que puedes ver en YouTube

Dorothy Arzner

Para cuando Hollywood se convirtió en una industria, en lo que se conoció como su Edad Dorada, las mujeres cineastas eran, en su mayoría, cosa del pasado. En este entorno masculino –y eventualmente conservador–, pocas directoras subsistieron. Una fue Lois Weber. La otra, que logró mantenerse activa por más tiempo, fue Dorothy Arzner.

Arzner fue una de las pocas mujeres cineastas de su época que logró mantener una carrera en Hollywood, lanzando las carreras de actrices como Lucille Ball y Katharine Hepburn. Fue la primera mujer que se unió al Sindicato de Directores, y de las pocas directoras que lograron hacer la transición del cine silente al sonido con éxito.

Con tanto éxito, de hecho, que fue una innovadora crucial en el cine sonoro. En una época en que los cineastas tenían que aprender de nuevo el lenguaje para incluir el sonido, Arzner tuvo la idea de colocar un micrófono en el extremo de una vara, para así darle movilidad al sonido y a la cámara. Así nació el micrófono boom, y el lenguaje cinematográfico fue libre de nuevo.

Además, estaba la peculiaridad de que, además de mujer, Dorothy Arzner era abiertamente lesbiana. Aunque sus películas quedaron olvidadas por un tiempo, han sido rescatadas por teóricas cinematográficas feministas, que destacan sus representaciones de roles de género y sexualidad femenina.

¿Por dónde empezar?

La película más icónica de Dorothy Arzner fue Working Girls (1931), drama previo al código Hays sobre dos hermanas que viven solas en Nueva York. Puedes verla a continuación:

Maya Deren

En el terreno del cine experimental, una de las mujeres cineastas fundamentales es Maya Deren. Nacida Eleonora Derenkovskaya en 1917, en lo que hoy es Ucrania, Deren tuvo una carrera ecléctica que abarcó áreas tan eclécticas como la danza y coreografía, fotografía, poesía y psicología.

Deren desarrolló mucho de su cine en Estados Unidos, experimentando e innovando en el uso del lenguaje cinematográfico para crear lo que ella llamaba “experiencias”, más que películas. También era profundamente crítica de Hollywood: se oponía a su dominación hegemónica y argumentaba que su poder como industria era un obstáculo para el desarrollo del cine como arte (“yo hago mis películas con lo que Hollywood invierte en lápiz labial”, solía decir).

Maya Deren ha sido una cineasta influyente en figuras tan diversas como Stan Brakhage como David Lynch. Entre 1986 y 1996, el American Film Institute otorgó un premio con su nombre para reconocer a cineastas independientes.

¿Por dónde empezar?

Maya Deren filmó cortometrajes, principalmente, así que es una cineasta accesible. Sin embargo, no hay lugar mejor para comenzar con su filmografía que su primer y más influyente cortometraje, Un falso despertar (Meshes of the Afternoon, también conocido como Redes del atardecer). Deren lo escribe, produce, edita y protagoniza, además de dirigirlo con su entonces esposo, Alexander Hammid.

Maya Deren
Maya Deren en Un falso despertar (Crédito: Kino Film Collection)

Agnès Varda

Hoy en día, Agnès Varda es una leyenda del cine mundial, casi sinónimo con el cine vanguardista francés de mediados del siglo XX en su forma más lúdica. En su momento, sin embargo, fue relativamente opacada por varios de sus contemporáneos masculinos.

El apodo de “abuela de la Nueva Ola Francesa” es menos una alusión a su edad en relación a sus colegas más jóvenes, y más una reivindicación. Mientras que, históricamente, se ha considerado a Los 400 golpes (1959) de François Truffaut y a Sin aliento (1960) de Jean-Luc Godard como las películas inaugurales de la Nouvelle Vague, Agnès ya había jugado y experimentado con el lenguaje cinematográfico de modos similares en La Pointe Courte, su largometraje debut de 1955. Sólo tuvo la mala suerte de ser una artista y fotógrafa autodidacta, y no una crítica de cine de la Cahiers du Cinéma.

A lo largo de su carrera, que osciló del corto al largometraje tanto como del documental a la ficción, Agnès Varda encantó a generaciones con un cine que expresaba desde una curiosidad y compasión genuinas por la gente común, hasta un espíritu de protesta rabiosa y reflexiones sobre la forma fílmica misma. A veces, todo al mismo tiempo.

¿Por dónde empezar?

Ningún punto de entrada es malo con “la abuela” (incluso se puede empezar con su documental final, Varda por Agnès). Sin embargo, recomendamos empezar con Cléo de 5 a 7.

Věra Chytilová

Nacida en 1929, en la entonces Checoslovaquia, Věra Chytilová fue, probablemente, una de las directoras más radicales de su tiempo, independientemente de su género. Fue, para empezar, la primera mujer en estudiar dirección de cine en la Academia de Artes Escénicas de Praga.

Su cine era una búsqueda por expresar significado fuera de las convenciones literarias y visuales convencionales. Su estilo era una mezcla anárquica de surrealismo y dadaísmo, con discursos profundamente críticos del consumismo, la hipocresía patriarcal y el autoritarismo, entre otros temas.

¿Dónde empezar?

Si bien Věra Chytilová fue una prolífica cineasta que realizó películas hasta 2006, la que se considera su obra maestra vino muy al inicio de su carrera como cineasta. Las margaritas, también conocida como Daisies, fue una película radical para su momento, alejada de cualquier convención narrativa salvo una laxa trama en la que dos mujeres, ambas llamadas Marie (Ivana Karbanová y Jitka Cerhová) emprenden una serie de bromas absurdistas que satirizan desde la decadencia burguesa, al comunismo y las actitudes machistas.

La película, en su momento, fue prohibida en Checoslovaquia. La directora enfrentó dificultades para trabajar en su país poco después, aunque Las margaritas cimentó su reputación internacional.

Chantal Akerman

Otra de las mujeres cineastas en esta lista, a la que el tiempo ha reivindicado en la historia del cine. Influencia fundamental en el cine vanguardista y feminista hasta nuestros días, sus películas son definidas por el uso de los espacios domésticos y un estilo caracterizado por sus técnicas estructuralistas, con planos de duraciones largas como una de las principales. 

La carrera de Akerman sería definida por su compleja relación con su madre, Nelly, superviviente del Holocausto. En 1971, siendo aún muy joven, Chantal Akerman decidió irse a Nueva York, donde entró en contacto con el cine de autores como Jonas Mekas y Andy Warhol.

La influencia de dichos cineastas la inspiró a experimentar con el tiempo y el minimalismo narrativo, en producciones que invitan a sentir el paso del tiempo en exploraciones que, usualmente, tienen que ver con los espacios domésticos, que la cineasta representa como prisiones patriarcales de lo femenino.

¿Dónde empezar?

Aunque desafiante por su formidable duración y rigor formal (tres horas y 20 minutos), hay que comenzar por Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, de 1975. Estrenada cuando Akerman tenía sólo 25 años, se considera su obra maestra por consolidar su estilo experimental hasta ese momento. La película, además, encabeza la más reciente edición de la lista Sight & Sound de las mejores películas de la historia.

Jane Campion

La neozelandesa Jane Campion ya es una cineasta histórica en puros términos de trivia y numeralia. Por El Piano, se convirtió en la primera mujer en la historia del cine en ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Hasta 2022, ha sido la única mujer cineasta nominada dos veces al Oscar a Mejor dirección (mismo que finalmente ganó por El poder del perro).

Sus películas tienden a abordar temas como política de género y poder sexual, usualmente desde perspectivas subjetivas y profundamente complejas, a menudo críticas de los mecanismos de opresión. Su lenguaje subvierte las convenciones de la mirada masculina.

La cineasta también ha diversificado su trabajo más allá del medio cinematográfico. Entre 2013 y 2017, creó, codirigió y coescribió la serie televisiva Top of the Lake.

¿Dónde empezar?

Realmente no hay mal lugar para empezar, pero es indiscutible que El piano es el mejor punto de partida para acercarse a su filmografía.

Lucrecia Martel

Probablemente la autora cinematográfica latinoamericana más respetada en activo, con una filmografía discreta, pero contundente e inigualable. Quizá es por necesidad: la argentina Lucrecia Martel, como tantos otros cineastas independientes que se rehúsan a comprometer su visión, suele depender del cuidadoso financiamiento europeo.

En 2001, luego de varios cortometrajes, Martel estrenó su largometraje debut, La ciénaga, ante una respuesta favorable en el Festival de Berlín. Desde entonces, sólo ha realizado cuatro largometrajes en un lapso de 16 años. El último fue Zama, estrenado en 2017.

Sus películas tienden a ser contemplaciones contenidas, a la vez punzantes y letárgicas, inquietantes en su lenguaje audiovisual, de la decadencia burguesa, tabúes sociales, dinámicas de clase, culpa y enfermedad mental.

¿Dónde empezar?

Hay quienes argumentan que su película más accesible es La mujer sin cabeza, de 2008. Si no, como alternativa, siempre se puede comenzar por el principio.

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