¿Qué fue el Código Hays? La era de la censura en Hollywood

¿Qué fue el Código Hays? La era de la censura en Hollywood

En la historia del cine Hollywoodense, el período que abarca aproximadamente las décadas de 1930 a 1960, conocido como su “era dorada”, resalta por sus diferencias con lo que le precedió y lo que vino después. Al respecto, incluso existen opiniones de que era un tipo de cine más inocente, romántico y hasta “elegante”, en razón de sus representaciones mansas sobre cuestiones como el sexo o el crimen. ¿El motivo? El llamado “Código Hays”, que sí tenía detrás de sí, en efecto, una considerable carga de mojigatería.

Para explicarlo, lo más sencillo sería recurrir a la simplificación y afirmar que, sí, era un código de censura que surgió de las necedades conservadoras de su tiempo. Pero la historia no sucede sólo porque sí, y las cosas no son tan sencillas.

Por ello, a continuación, te presentamos una brevísima guía del Film Club Café sobre lo que fue el Código Hays, sus orígenes, impacto y legado en la historia del cine. También te recomendaremos algunos títulos que podrás encontrar en el catálogo de nuestra videoteca, a los que podrás acceder con tu membresía si quieres saber más al respecto.

¿QUÉ FUE EL CÓDIGO HAYS?

Primero lo primero: ese no era su nombre real. Oficialmente conocido como el Código de Producción Cinematográfica, el Código Hays fue un conjunto de reglas o lineamientos para la autocensura dentro de la industria cinematográfica, para regular el “contenido moral” de las películas. Fue creado por la Asociación de Productores Cinematográficos de Estados Unidos (MPAA, por su sigla en inglés) y adoptado por los grandes estudios de Hollywood entre 1930 y 1968. Su aplicación rigurosa, sin embargo, comenzó realmente hasta 1934.

El código recibe su apelativo por William Harrison Hays, presidente de la MPAA entre 1922 y 1945, y por lo tanto considerado el responsable directo e indirecto de su creación y aplicación. Hays era político republicano de carrera, e incluso presidió el Comité Nacional Republicano. También fue diácono presbiteriano y, sobra decirlo, era conservador.

¿Pero cómo surgió la MPAA, cómo llegó ahí Will Hays, por qué los estudios adoptaron los lineamientos voluntariamente y por qué se aplicó el código con rigor sólo a partir de 1934? Vamos por partes.

¿CÓMO Y POR QUÉ SE CREÓ EL CÓDIGO HAYS?

Durante la década de los años 20, la imagen pública de Hollywood no era la mejor. Dado el contenido –hasta entonces no regulado– de las películas, los sectores más conservadores de la población estadounidense las consideraban un hervidero de depravación.

No ayudaba que la industria había sido afectada por una serie de escándalos mediáticos, que llegaron a su punto de quiebre con la violación y asesinato de la actriz Virginia Rappe durante una fiesta en 1921. Ambos crímenes fueron atribuidos al actor Roscoe “Fatty” Arbuckle, quien estuvo con ella en la fiesta.

El acontecimiento fue seguido de una ola de sensacionalismo mediático, condenas de la sociedad civil y presión política. Ante esta pesadilla de relaciones públicas y la amenaza de la regulación federal, los estudios optaron por la autorregulación: dada una resolución judicial en 1915, el cine no tenía las protecciones a la libertad de expresión de la primera enmienda constitucional.

Los estudios entonces formaron la MPAA y trajeron a Hays para presidirla y delinear una estrategia para la regulación del contenido cuestionable en sus películas.

William Harrison Hays
Retrato de Will H. Hays, por quien el código recibe su apodo (Crédito: Library of Congress / Creative Commons)

Los esfuerzos iniciales no fueron exitosos, pero crearon el molde de lo que se convertiría en el Código Hays. En 1927, Hays y varios ejecutivos de los estudios (Irving G. Thalberg de Metro-Goldwyn-Mayer, Sol Wurtzel de la entonces Fox Film Corporation, y E. H. Allen of Paramount Pictures) crearon una lista de lineamientos laxos (los famosos Do’s and Don’ts) sobre cuestiones como temas a evitar y cómo representarlos (o no). Por ejemplo, profanidad, desnudez, tráfico de drogas, “perversión sexual” y relaciones interraciales ya eran temas advertidos en esta lista.

Sin forma de asegurar su ejecución, este primer intento no fue suficiente, y los críticos conservadores de Hollywood persistieron en sus señalamientos. Destacaban, en particular, el editor Martin J. Quigley (devoto católico) y el escritor Daniel A. Lord (también sacerdote jesuita). Ambos redactaron su propia serie de lineamientos que luego enviaron a Hays quien, a su vez, realizó ligeras modificaciones. Esto es lo que sería, eventualmente, el Código de Producción Cinematográfica. Sin embargo, su verdadera aplicación no vendría sino hasta 1934.

LA APLICACIÓN RÍGIDA DEL CÓDIGO HAYS

En realidad, la MPAA no tenía un mecanismo para garantizar la aplicación del código, así que durante los primeros años de la década de 1930, no hubo resultados significativos. Se siguieron produciendo películas que no se ajustaban a los lineamientos, o se las ingeniaban para darles la vuelta (incluso si eso representaba estrenarse de forma independiente, sin el respaldo de las grandes distribuidoras). Pero entonces, sucedieron dos cosas.

Primero, los impactos de la Gran Depresión debilitaron a la industria Hollywoodense. Y luego, en 1934, católicos, protestantes y judíos se unieron en un frente común para poner freno a la “inmoralidad en el cine” que amenazaba con “corromper a la juventud”: la Legión de la decencia. Más vulnerable a los embates de la sociedad civil, Hollywood volvió a ceder. Hays creó, dentro de la MPAA, la Administración del Código de Producción (PCA, por su sigla en inglés), y nombró a un experiodista y devoto católico, Joseph Breen, para encabezarla.

A partir de entonces, todas las etapas en la producción de una película, desde la idea y el guión hasta el corte final, debían pasar por Breen y su equipo para obtener un sello de aprobación. Y todos los estudios y distribuidoras que integraban la MPA acordaron no distribuir ni estrenar ninguna película que no contara con dicho sello.

Sello de aprobación de la MPAA (Código Hays)
Todas las películas aprobadas por la PCA mostraban esta imagen (Crédito: Encyclopædia Britannica / Library of Congress)

Se considera que la primera película en ajustarse al Código Hays fue Sucedió una noche (It Happened One Night) de Frank Capra, con Clark Gable y Claudette Colbert (a la que pertenece la imagen que ilustra este artículo). Aunque fue filmada antes de la aplicación rígida del código, la producción previó las dificultades de estrenarla si las medidas de la PCA entraban en vigor durante la posproducción o el estreno, así que se hicieron los ajustes pertinentes desde el guión.

¿CUÁLES ERAN LOS LINEAMIENTOS DEL CÓDIGO HAYS Y QUÉ PROHIBÍA?

A lo largo de su existencia, el Código Hays o Código de Producción Cinematográfica tuvo varias revisiones. Sin embargo, sus principios rectores, tan constantes como ambiguos, fueron los tres siguientes:

  1. “No se producirá ninguna película que pueda rebajar el nivel moral de quien la vea. La simpatía del público nunca será orientada hacia el lado del crimen, el mal, el pecado”.
  2. “Únicamente serán presentados los estándares correctos de vida, sujetos sólo a las necesidades del drama y el entretenimiento”.
  3. “No se ridiculizará a la ley natural o humana, ni se creará simpatía por aquellos que la violenten”.

Estos tres principios generales informaban todo lo demás que podía ser incluido o debía ser excluido de las representaciones hollywoodenses de su tiempo.  El código atravesó varias revisiones a través de los años, y era en extremo detallado.

Los lineamientos abarcaban cuestiones del “buen gusto” que se extendían a cuestiones muy particulares (como la representación de heridas con mínima o nula sangre, incluso en películas bélicas), hasta la crueldad animal o infantil, entre otras. Sin embargo, y en adherencia a la moral conservadora, también presentaban una moralidad muy clara, sin lugar para ambigüedades: el bien habría de triunfar sobre el mal, no podía haber matices de gris ni complicaciones, y la perversidad debía ser castigada.

¡Qué bello es vivir! (It's a Wonderful Life)
¡Qué bello es vivir! (It’s a Wonderful Life) es un ejemplo de una película perfectamente apta para el código de producción cinematográfica (Crédito: RKO Radio Pictures)

Este es un muy breve resumen de sus prohibiciones en diversos rubros:

Crimen

No se representará el asesinato en detalle ni de manera que suscite imitación; las armas de fuego deben utilizarse al mínimo estricto; no se representarán detalles de crímenes como el robo, contrabando, tráfico o consumo de drogas ilegales. La venganza no está justificada y, salvo que los personajes o la trama lo exijan, el consumo de alcohol no puede ser representado como parte del estilo de vida americano.

Sexualidad

La institución del matrimonio y del hogar tenían un carácter sagrado que debía ser mantenido. Por ello, la representación del sexo en forma casual, frecuente o que fuera considerada vulgar, estaba prohibida. El adulterio no podía ser representado de forma atractiva o que provocara simpatía ni que fuera justificada.

Las escenas de pasión, incluyendo besos y simples abrazos, no podían ser representadas de forma excesivamente lasciva o “vulgar”, sólo de forma sugerente y si eran indispensables. Escenas de seducción e incluso de violación debían evitarse de manera explícita. No podía tocarse el tema de la prostitución. Aunque no se les mencionaba de forma explícita en el código, las relaciones homosexuales se consideraban de facto dentro de perversiones sexuales, y estaban tajantemente prohibidas en pantalla. La promiscuidad debía condenarse y las relaciones interraciales también eran motivo de censura.

Dichas limitaciones informaban aspectos de la producción desde el vestuario hasta el maquillaje y la coreografía: la ropa no podía revelar ni sugerir genitales, los senos de las mujeres, o incluso vello en axilas femeninas. Ningún baile podía ser sugerente o tener alguna connotación sexual. Lo mismo para los decorados que tuvieran que ver con la vida privada. Si había una cama común para una pareja, no podía mostrarse a hombre y mujer en ella al mismo tiempo. Se optaba más por mostrarlos en camas separadas (una tendencia en la sociedad de la época que no tiene su origen en el Código Hays como tal, también hay que decirlo).

Profanidad, blasfemias y religión

El nombre de Jesucristo no podía ser mencionado en diálogos más que en sentido de veneración. No debían mencionarse blasfemias, ridiculizarse a la iglesia o a las autoridades religiosas en general y, en términos amplios, no podían decirse groserías ni profanidades (fueran o no de origen bíblico, como alusiones al infierno), ni mencionarse, mostrarse o aludirse a cuestiones escatológicas (mostrar un inodoro estaba prohibido, por ejemplo).

Como puede verse, el código era estricto al grado del absurdo, y siempre fue cuestionado desde su concepción e intentos iniciales de implementación. También hubo, sin embargo, esfuerzos individuales por estirar las reglas hasta sus límites lógicos.

Alfred Hitchcock fue uno de los directores que logró, en más de una ocasión, hacer eso y salirse con la suya. Un ejemplo de ello fue la película Encadenados (Notorious, 1946), en la que rompió la regla de que los besos en pantalla no podían durar más de tres segundos. ¿Cómo lo hizo? Pidiendo a Cary Grant e Ingrid Bergman separarse cada tres segundos y volverse a besar entre breves diálogos, en una apasionada escena de casi tres minutos de duración.

EL DECLIVE DEL CÓDIGO HAYS

Además de esos intentos individuales por “minar la autoridad” de la MPAA y PCA, Hollywood eventualmente se enfrentó a nuevos retos. Luego de una economía debilitada por la Segunda Guerra Mundial (y los cambios culturales que trajo, como el ascenso de las mujeres en la mano de obra), sucedieron tres eventos clave:

  • El ascenso de la televisión en los hogares como fuente de entretenimiento, compitiendo directamente con el cine;
  • La importación de películas extranjeras que no se regían por el Código Hays, luego de que la Suprema Corte disolvió el monopolio de los grandes estudios sobre las salas de cine; y
  • La anulación de la Suprema Corte, en 1952, de una resolución de 1915 que excluía al cine de las protecciones a la “libertad de expresión” de la primera enmienda constitucional.

Para los años 60, el código Hays fue revisado, reducido y se volvió más permisivo, pero creadores individuales continuaron desafiando y estirando los límites de la censura. Uno de los casos más célebres fue el de Una Eva y dos Adanes (Some Like it Hot, 1959), en la que Billy Wilder coloca a dos personajes masculinos (Tony Curtis y Jack Lemmon) en drag como método para ocultarse de la mafia, pretexto perfecto para romper reglas sobre la homosexualidad en pantalla (precisamente porque los protagonistas no eran técnicamente homosexuales, y los otros personajes no están al tanto de que, en realidad, son hombres) o sobre la representación de hombres y mujeres juntos en situaciones privadas (dado que la protagonista femenina, Marilyn Monroe, se mete en la cama con Tony Curtis pensando que es mujer).

Otro caso notable es el de Psicosis (Psycho, 1960), también de Alfred Hitchcock. Su famoso asesinato en la regadera es uno de los ejemplos paradigmáticos de sugestión por medio del lenguaje cinematográfico sin ser explícito. La escena fue meticulosamente filmada y editada para evitar desnudez y heridas gráficas, sugiriendo la brutalidad del crimen sólo con el montaje. Cuadro por cuadro, no hay nada fuera de lugar en términos de lo que prohibía el código (incluso si el propio Norman Bates era uno de los personajes más perversos vistos en el cine hasta entonces.

El éxito en taquilla de tales películas, a pesar de no haber sido aprobadas por la PCA, fue el principal clavo en el ataúd para la censura. El Código Hays fue abandonado en 1966 y sustituido dos años después por el sistema de calificaciones de la Motion Picture Association. Éste se rige por clasificaciones indicativas para diferentes grupos de edad según el contenido de las películas, y es el que rige hasta la actualidad.

Esto coincidió con el ascenso de una generación de cineastas, conocida como el Nuevo Hollywood, que inspirados en movimientos como el Neorrealismo italiano, la Nouvelle Vague de Francia y la contracultura de la época, buscaron explorar nuevas temáticas y estéticas en el cine estadounidense.

LEGADO DEL CÓDIGO HAYS

Diversos críticos señalan que la conformidad con las rígidas restricciones del código, cuyo propósito expreso era avanzar y consolidar la moral católica conservadora, engendró ciertos estereotipos dañinos que persisten al día de hoy en la cultura popular. Estos incluyen, pero no se limitan a, la codificación de personajes LGBTQIA+ como villanos o la necesidad de sentenciarlos a destinos trágicos. La complejidad psicológica, moral y sexual también quedó fuera de alcance para las mujeres, que debían ser reducidas a estereotipos tradicionalistas de género. La representación de estos sectores del público en pantalla es algo que sigue siendo cuestionado y debatido en el cine hasta nuestros días.

Sin embargo, no todo fue negativo y, como bien dicen, los límites estimulan la originalidad y la innovación. Hitchcock y Wilder entregaron clásicos determinantes del cine bajo los términos del Código Hays, del mismo modo que elementos de Casablanca (1942), al ajustarse a las restricciones, resultaron en una mejor película. La severa limitación de la expresión sexual condujo a otras soluciones, como narrar el romance por medio de la danza. Es durante este periodo que florecieron las películas musicales de Gene Kelly y Fred Astaire, por ejemplo.

PELÍCULAS PARA SABER MÁS DEL CÓDIGO HAYS

Te recomendamos algunos títulos que podrás encontrar en la videoteca de Film Club Café para saber más sobre este tema:

  • Scarface: El terror del hampa (Dir. Howard Hawks, 1932), una de las películas que evadieron los primeros intentos de censura.
  • Sucedió una noche (Dir. Frank Capra, 1934), considerada la primera película en adoptar el código.
  • Casablanca (Dir. Michael Curtiz, 1942), un ejemplo que representa perfectamente la moralidad del código (y cuyo guión, paradójicamente, fue mejorado por él).
  • El forajido (Dir. Howard Hughes y Howard Hawks, 1943), una de las películas polémicas de la época, condenada por la Legión de la decencia y conflictiva para la MPAA por su representación de Jane Russell y supuesta glorificación del crimen y la violencia.
  • El aviador (Dir. Martin Scorsese, 2004), biopic de Howard Hughes que aborda la controversia con El forajido.
  • Encadenados (Dir. Alfred Hitchcock, 1946), en la que el director innova para estirar las limitaciones sobre las escenas de pasión.
  • Una Eva y dos Adanes (Dir. Billy Wilder, 1959), uno de los ejemplos más notables de transgresión del código durante sus últimos años de vigencia.
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